miércoles, 2 de abril de 2014

Valio la pena el chocolate III y último

¡¡¡Yaaa!!! Por fiiin. Aquí tenemos la tercera y última parte de la historia. De la última colaboración que tenemos de Héctor hasta ahora. ¡¡A ver qué os parece este final!! Comentadme. ¡Yo me quedé a cuadros!




En efecto, es difícil imaginar la cara de sorpresa que puso Carmen al abrir el armario y encontrarse una nevera llena de helados de todas clases.

-Elija el que más le guste, señorita.

Carmen miró de arriba abajo. Había helados de fresas con nata, de mango con papaya, de limón… Sólo faltaban de vainilla. Eligió, claro está, uno de chocolate con almendras. Estaba riquísimo. Carmen sentía dentro de sus nervios un choque brutal entre las ondas de placer que  enviaban labios y lengua y las ondas de dolor que seguían llegando del culo, pero la excitación era total.

-Muy bien, ahora échese sobre la mesa.

Jo, a ver lo que se le ocurría mandarme ahora, con lo a gusto que me estaba comiendo el helado. Pero nada, había que cumplir, y así me puse, otra vez de culo en pompa, imaginando la cara que pondría el muy fresco al verme todo el mapamundi. ¿Qué me haría? Me hizo esperar unos minutos que se me hicieron eternos mientras le oía silbar una canción, y no veas lo que sentí al darme cuenta de que me estaba poniendo crema en el culo.

Ahora Carmen percibía ondas de placer desde los dos extremos de su cuerpo, dos frescuras simultáneas, la del helado y la de la crema que se infiltraban hasta la última gota de su sangre y reventaban por cada poro de su piel.

-Muy bien, srta. Ruiz. Termínese el helado con tranquilidad y cuando se seque la crema puede vestirse.

¡Es verdad! El cosquilleo que rodeaba a Carmen desde la cintura hasta las rodillas era tan cálido que casi se había olvidado de la ropa.  El Director le recordó una vez más la conveniencia de portarse en clase siguiendo todas las normas, y reiteró la promesa de no decir nada a sus padres. Ella le miró con una sonrisa coqueta y, mientras abría la puerta, le preguntó con tono ilusionado:

-¿Puedo volver alguna otra tarde?

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Eva ha escuchado sin pestañear, apenas esbozando una sonrisa, y al acabar le da a Carmen una alegre palmada en el hombro y un no menos alegre beso.

-¿Lo ves, tontorrona? ¿Ves que Rosa y yo hicimos bien al recomendarte comer chocolate en clase? ¿Ves que sabíamos todo lo que te iba a pasar?

FIN



Me quedé a cuadros y, seamos sinceros: CON GANAS DE MÁS. Con ganas de esa escena de sexo que falta... aiis...este Héctor, dejando con la miel en los labios...